Por Caleb Miranda, MDiv
Esta es la segunda parte de la reseña del libro Hermenéutica y signos de los tiempos de Alberto F. Roldán. En su libro, Roldán delinea varios pensadores y sus acercamientos hermenéuticos, cada uno con sus particularidades y respondiendo a las preocupaciones de sus coyunturas históricas (modernismo y postmodernismo). El libro nos presenta las grandes visiones que han influenciado la teología continental al momento de los pensadores articular teología bíblica. Sin embargo, el libro no cuenta la totalidad de la historia de la Hermenéutica que comenzó con E. P. Sanders y su gran célebre libro Paul and Palestinian Judaism, tesis que ha reverberado en la mayoría de las escuelas teológicas. E. P. Sanders y su famoso libro marcó la historia de la hermenéutica bíblica, no solo en la lectura de Pablo sino también de los evangelios, al punto que inició un movimiento llamado la Nueva Perspectiva Paulina (NPP). Una de la grandes críticas que Sanders y sus sucesores le hicieron a muchos intérpretes bíblicos fue que muchos de ellos habían proyectado sus agendas y perspectivas modernistas a una sociedad antigua y por consecuencia a la Biblia. Sanders criticaba que el cristianismo protestante de alguna manera u otra influenciado bajo categorías filosóficas que predominaban en la Europa y los Estados Unidos habían tergiversado la concepción del judaísmo del primer siglo y por consecuencia la del cristianismo naciente de la Palestina y del amplio mundo greco-romano. E. P. Sanders enfatizó, como bien menciona Roldán en los capítulos cuatro y cinco, la importancia de la historia y las ciencias sociales al momento de la interpretación bíblica. Roldán en el capítulo cuatro describe bajo González-Carvajal la misma importancia de considerar dichas preocupaciones de E. P. Sanders. Sin embargo González-Carvajal no supera el hegelianismo de Pannenberg. Es decir, para Carvajal la historia de la humanidad de alguna manera misteriosa es avanzada por Dios como revelación en la historia, empero para la Nueva Perspectiva Paulina no es Dios y el progreso inmanente de la historia de la humanidad sino es la narrativa de Dios e Israel y por consecuencia la humanidad participa en el plan redentor delineado por Dios para Israel, pero alcanzando su clímax en la persona de Jesús. En otras palabras, González-Carvajal corre el riesgo de convertir a los escritores del Nuevo Testamento en pensadores ilustrados de la modernidad y no seres de su coyuntura histórica, donde contemplaban la historia que vivían bajo los lentes vetero-testamentarios y organizaban su vida de acuerdo a la cultura judía de la época. Para la NPP las categorías modernas que se utilizan al interpretar la Biblia corren el riesgo de colapsar en anacronismo histórico, donde la filosofía moderna se interpone como el máximo intérprete de la Biblia y no les permite a los autores bíblicos que hablen en sus propios términos.
A pesar de que la tradición cristiana es deudora del gran legado que nos han dejado mucho de los pensadores que Roldán menciona, algunos de ellos matizan/matizaban exponencialmente sus proyecciones modernas a la teología judeo-cristiana del primer siglo y a mi parecer esto es uno de los dilemas que se enfrenta todo intérprete de la Sagrada Escritura. No obstante, es menester mencionar que las herramientas de interpretación modernas que utiliza todo intérprete, funcionan siempre y cuando diluciden con más claridad el pasado histórico del cristianismo del primer siglo. Según N.T. Wright en su texto Paul and His Recent Intepreters, se debe evitar dos tentaciones modernas: “a) el análisis de temas teológicos sin algún tipo de contexto social y b) el análisis reduccionista en donde algún tema teológico se puede trazar a solo y exclusivamente factores no religiosos/teológicos.”[1]
Otro de los problemas que puedo observar al contemplar los pensadores que expone Roldán en su texto es la categoría elusiva del apocalipticismo/apocalipsis. Cada escritor que ofrece Roldán expone no pocas veces su propia descripción: Agamben propone un tipo de proto-marxismo cristiano; Caputo su solipsismo apocalíptico; González-Carvajal su hegelianismo pannenbergniano; y Schweitzer la llegada inminente del reino. Todos estos pensadores con sus distintivos exegéticos, muchas veces irreconciliables entre ellos. Roldán nos presenta un desafío teológico, donde cada lector tendrá que llegar a sus propias conclusiones. Ciertamente todos estos pensadores han sido y son grandes pioneros que han dejado una indeleble marca en la hermenéutica bíblica, y han contribuido al despliegue y desarrollo de la interpretación bíblica. A pesar de que muchas de las tesis a mí parecer han sido superadas por el peso de la investigación teológica, esto no quiere decir que no tengan algo que decirnos a cada uno de nosotros. Roldán nos lleva a la raíz de la investigación hermenéutica. Nos hace sentir incómodos, pero también esperanzados, ya que la Sagrada Escritura todavía habla a todo aquel que tenga oídos para escuchar.
[1] Wright, N. T. Paul and His Recent Interpreters (Minneapolis, MN: Fortress Press, 2015), 234. Traducción y paráfrasis propia.