Share This: Predicar es una actividad peligrosa. Es un poco dramático ponerlo así, pero es cierto. Cuando alguien me pregunta si debería considerar el oficio de la predicación en su futuro, usualmente le respondo escéptico sobre el plan. “Nah, no lo hagas. No te tires encima una de las tareas más agotadoras, incomprensibles, provocativas, y vilificadas del mundo. El entrenamiento es largo y tendido; la paga es poca; los agradecimientos son buenos, pero es más la resistencia que recibirás. Serás usualmente apreciado solo si predicas lo que la gente quiere y le gusta escuchar, y no lo que necesitan vivir. Así brega nuestro corazón. Así que mejor no lo hagas.”…