Fue un año farragoso y la espera por otro mundo posible aumenta. Disculpe esa palabra extraña, pero tenía que escoger entre enrevesado, babélico o inasible. Esa es la impresión latente que dejan estos últimos doce meses. El año se marca en los cuerpos de los miles de ahogados transeúntes en el mediterráneo, en el acertijo del avivamiento derechista, en la agonía del grito en Alepo ante un mundo indiferente, ensordecido y sus niños con ojos de terror y vestidos de sangre ante las cámaras de un mundo que apenas le ofrece un emoticón a su foto.
Por esto necesitamos (la amenaza de la) navidad.
El presidente de las Filipinas desata una guerra al estilo del viejo-oeste matando a criminales en las calles, con la simple lógica de ojo por cabeza y diente por boca entera.
Necesitamos la navidad.
Hillary Clinton comenzó lo que parecía una prometedora carrera hacia la casa blanca. En su horizonte ser la primera mujer presidenta que quebraría esa cúpula de cristal. Presentó con gran confianza el discurso neo liberal imperialista, ideológicamente pedante ante las clases trabajadoras e “ignorantes” con su discurso civilizador sobre identidades y un prometedor nuevo status quo. Y pues, sabemos que terminó cantando: “colorín colorado este cuento se ha acabado.”
Necesitamos la navidad.
Donald Trump (cumpliendo la profecía de Los Simpsons) gana sorpresivamente la presidencia estadounidense cabalgando sobre un diluvio de temor, populismo económico, nacionalismo, imperialismo, marcado sobre líneas raciales/xenofóbicas y con uno de los discursos más abrasivos y polarizantes en la política; galvanizado a multitudes de leales seguidores dispuestos a atacar sin piedad a cualquier persona que se le enfrente, especialmente si no eres blanco.
Necesitamos la navidad.
Por otro lado, LOS CHICAGO CUBS GANARON la Serie Mundial de baseball luego de una maldición (así le llaman J) que duró 108 años. Les confieso que grité como un demente en ese último juego de la serie.
También terminé cantando I am not gonna miss “My shot” junto con la estupenda obra musical Hamilton y el genial Lin Manuel Miranda.
La navidad se necesita aquí también.
Fue en otro party, pero nefasto, en Pulse en Orlando, o en Dallas, o Banton Rouge, o en el mercado navideño en Berlín donde se desató la violencia en el patio de una segura democracia.
En otras latitudes la cruel estrategia de la violación sexual como instrumento de guerra es usada por el llamado “Estado Islámico” contra las mujeres Yazidis esclavizadas. Mientras que México sigue siendo un epicentro de la tragedia del feminicidio.
Necesitamos tanto la navidad.
En nuestro Caribe, el zika ataca, la cólera amenaza nuevamente a Haití y Puerto Rico es la última colonia en el planeta, quebrada y sujeta a un corillito de gente dirigida por Uncle Sam. Cuba reestablece relaciones diplomáticas, muere Fidel Castro y se asoma un futuro alterno al de la revolución y la dictadura. Pero el futuro es gris para una Venezuela que sufre ante una gigantesca crisis económica que se veía venir.
Necesitamos la navidad.
Se nos fueron luminarias de la música y literatura y deportes como: David Bowie (¡Space Oddity, Laberinth!), Gato Barbieri, Ismael Quintana (¡La Fania!), Umberto Eco (El Nombre de la Rosa, Apocalípticos e Integrados), Elie Wiesel (escritor Premio Nobel de la Paz en 1986), Prince (Purple Rain L), Muhammad Ali (Sting like a bee!) y Juan Gabriel (¡Hasta que te conocí!), Luis González de Alba (periodista, Movimiento del 68, México).
Se nos fueron pensadores cristianos de alto nivel: Esperanza Bautista (teóloga feminista española), Joseph Fitzmyer, S. J. (Biblista de biblistas del Nuevo Testamento) Mortimer Arias (Obispo Metodista, teólogo de liberación), Elisabeth Moltmann-Wendel (teóloga feminista), Virgilio Elizondo (teólogo de liberación), Paulo Evaristo Arns (Cardenal Brasilero, defensor de la libertad), John Webster (teólogo reformado, teólogo de teólogos), Thomas Oden (teólogo arminiano, historiador, campeón de la Ortodoxia consensual cristiana) y Charles C. Kyrie (teólogo dispensacionalista)
Ya viven en una perpetua navidad.
Quizá pensara que esta nota solo es un esfuerzo depresivo sobre malas noticias. Pero nuestra realidad humana es que siempre la navidad de desarrolla en un mundo plagado de violencia, y guerra y empobrecimiento y rencor y sueños rotos.
Necesitamos la navidad y nuestra esperanza siempre comienza en la oscuridad.
ASÍ FUE TAMBIÉN LA PRIMERA NAVIDAD. Jesús nació en una comunidad de marginados galileos. Había sospecha de la legitimidad moral de su nacimiento. Su madre y padre eran pobres. Poco después de nacer tuvieron que huir de una tiranía política y vivir como refugiados en otro país y su patria estaba bajo ocupación militar.
POR ESTO EL EVANGELIO DEL GALILEO JESÚS, MESÍAS CRUCIFICADO Y RESUCITADO, ES BUENA NOTICIA PARA UN MUNDO EN QUEBRANTO Y LOS QUE SUFREN DESDE EL REVERSO DE LA HISTORIA.
POR ESTO EL EVANGELIO DEL GALILEO JESÚS, MESÍAS CRUCIFICADO Y RESUCITADO, ES UNA AMENAZA PARA EL MUNDO QUE CELEBRA LA CULTURA DE LA MUERTE.
EL REINO DE ANUNCIADO POR JESÚS ES UN REINO DE VIDA QUE ANULA LOS ANTI-REINOS DE LA MUERTE.
Así lo vio el profeta Isaías: «¡Escuchen ahora ustedes, los de la dinastía de David! ¿No les basta con agotar la paciencia de los hombres, que hacen lo mismo con mi Dios?
14 Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La doncella concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel.
“Dios con nosotros” significa que Dios viene e interrumpe nuestra historia para realizar la suya en nosotros.
“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado. Lleva en su hombro el principado, y es su nombre: Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la Paz, para dilatar el Principado con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino (Isaías 9:5-6).
El anuncio mesiánico de Isaías no tiene nada de sentimental. Es una densa esperanza por uno que lleva en su carne las marcas de la acción divina restauradora. La radical verdad, el anuncio potente es que “Emanuel” es esperanza de vida y a la vez amenaza para todos los que insisten en propagar programas de muerte.
La mujer judía pobre y marginada, la virgen María, lo proclamó así en su Magnificat:
—Mi alma glorifica al Señor,47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,48 porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! 50 De generación en generación se extiende su misericordia a los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; desbarató las intrigas de los soberbios. 52 De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. 53 A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías. 54–55 Acudió en ayuda de su siervo Israel y, cumpliendo su promesa a nuestros padres, mostró su misericordia a Abraham y a su descendencia para siempre.
Fue allí en el pesebre donde comenzó este maratón de la esperanza. Y aunque ahora nos sintamos amenazados de muerte, es este camino el que nos recuerda que hemos sido amenazados de resurrección.