(Esta publicación es parte en una serie de reseñas/reflexiones acerca/de libros teológicos y bíblicos que nos parecen relevantes para los cristianos. Caleb Miranda (M.Div.), miembro del equipo de Theodrama, nos ofrece su segunda reflexión sobre el libro Simply Jesus, escrito por académico del Nuevo Testamento N. T. Wright.)
Parte II: Jesús, teología bíblica y el desafío para la Iglesia
Jesús y El Viejo Testamento:
En la primera reflexion discutimos cómo el contexto del judaísmo del siglo I es indispensable para comprender la vida y obra de Jesús como el mesías. Nos movemos ahora a considerar más aspectos de la discusión.
Según N.T. Wright, Jesús creía que estaba encarnando en sí mismo la larga historia de Israel. Por esa razón, el Mesías marcha a Jerusalén donde confrontará su muerte ante las autoridades religiosas e imperiales. De una manera inesperada Jesús en la cruz se encontraba inaugurando el “nuevo éxodo” de Israel. Para Wright, los judíos de la época compartían una triste conciencia de que se hallaban en un exilio. Lo que indica que Jesús estaba reconfigurando radicalmente los grandes temas y símbolos de Israel alrededor de su persona.
Jesús no solamente se identifica rey de Israel. También él habría de transformar el símbolo del santo templo de Jerusalén. La tesis principal de Wright es que, el Dios de Israel finalmente ha llegado a Sion por medio de Jesús. Es decir, el reinado futuro ha llegado al presente. El tiempo ha llegado donde la residencia de la presencia de Dios ya no habitaría en el templo. Ya no habría regulación o limitación geográfica. Dios habitaría en y entre el conglomerado de personas que le juren alianza al Mesías. De modo que Wright nos pone a repensar grandes temas vecero-testamentarios: creación, éxodo, reino, presencia divina, etc. Todos estos temas redefinidos peculiarmente en la persona de Jesús. El reino de Dios se ha acercado en la tierra así como en el cielo.
¿Cómo es que Jesús decidió enseñar lo que estaba haciendo? Pues por medio de una cena de Pascua. Jesús redefine la cena de Pascua. En vez de mirar a la liberación en el pasado, ahora por medio de la muerte en la cruz, los discípulos podían experimentar la liberación futura haciéndose realidad en el presente. Dios había rescatado a Israel de Egipto en el éxodo, pero ahora Jesús lo estaba liberando del máximo enemigo, el pecado y la muerte. Este es el nuevo pacto. Este es el nuevo Éxodo.
Jesús sabía que ésta era su vocación mesiánica. Para Wright Jesús es el prototipo de la nueva creación. En consecuencia, el Mesías es la garantía de que la Iglesia participa y encarna a Jesús por medio del Espíritu Santo. El Espíritu Santo comunica la presencia de Jesus, el Cristo, a la ekklesía. El futuro se ha acercado al presente por medio de la muerte y la resurrección de Jesús: un nuevo pacto, un nuevo éxodo.
El desafío para la Iglesia
Para Wright no puede existir separación teológica entre reino y cruz. Cualquier interpretación que resalte una más que la otra corre el riesgo de tergiversar lo que el Nuevo Testamento nos está tratando de comunicar. “El crucificado Jesús es el Señor, precisamente porque en su crucifixión es que ha ganado la victoria sobre todos lo poderes que alardean estar a cargo (Wright).” En consecuencia, todos los seguidores de Jesús que se encuentran actuando el reino de Dios sufren cuando comparten las buenas nuevas. El reino se deja conocer cuando los cristianos genuinamente sufren con los que sufren y lloran con los que lloran. La victoria que el Mesías se ganó a través del sufrimiento, y la victoria del cristiano, se efectúa cuando el creyente imita a Jesús. Este es el distinto tipo de reinado que Jesús promulga por medio de las voces que proclaman, que Jesús murió y resucitó para el rescate de pecadores.
¿Qué otros retos nos presenta Jesús en las Sagradas Escrituras?