Romanos 12:1-2
Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. 2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (NVI)
Verso 1
“Por lo tanto” el comienzo del pensamiento en esta sección reúne en si toda la enseñanza planteada en los capítulos anteriores y nos confronta con las implicaciones inevitables del evangelio revelado en la “justicia de Dios” (cap 1). La pregunta relevante es ¿Qué importancia tiene lo planteado hasta ahora? ¿Cómo se supone que vivamos, que luchemos, que seamos testigos, que seamos iglesia a la luz de la universalidad del evangelio? Las próximas secciones contestan la pregunta en dos etapas. Del 12:1 al 13:14 y luego del 14:1 al 15:13. Se han planteado varias razones para explicar el tema de estas secciones. Parece tener un tono de exhortación general a la obediencia, al seguimiento de Jesús el Mesías, sin embargo la temática acerca de “los débiles” y “los fuertes” nos parecen que son asuntos particulares que la comunidad Romana estaba confrontando. Por eso Moo sugiere una posición mediadora donde se reconozca que el apóstol esta haciendo un bosquejo general de cómo un compromiso transformativo con Jesucristo se ve en la vida cotidiana, pero lo desarrolla de manera que se atienden los problemas comunitarios en la iglesia en Roma. En Romanos 12: 1-2 encontramos una descripción incisiva y compacta de la esencia de la respuesta del creyente a la gracia de Dios en las buenas noticias de Jesucristo. Esta respuesta esta anclada y motiva por la gracia de Dios. A continuación algunas observaciones detalladas.
“Por las misericordias”. La NVI y otras versiones modernas oscurecen el hecho de que la palabra “misericordia” en griego esta en plural. Esto es refleja un hebraísmo. Pablo nos recuerda que lo que esta consideración es el despliegue de las misericordias de Dios: su constante fidelidad, mostrada en los previos capítulos. Se trata de una exhortación en virtud del amor fiel y multiforme de Dios.
“Ofrecer, Presentar”. Ofrecer nuestras vidas a Dios nos recuerda de Romanos 6 donde Pablo hace uso del mismo verbo (paristemi) para expresar la respuesta de los creyentes ante la gracia de Dios en Cristo Jesús (6:13, 16,19). Como seguidores de Jesús dentro de un Nuevo Pacto ya no ofrecemos sacrificios de animales, sino nos ofrecemos como “sacrificios vivos”. Pablo utiliza la palabra “cuerpo” (soma) para describir lo que le estamos ofreciendo a Dios. Se trata de TODA nuestra persona, y a la misma vez nos recuerda que somos seres físicos que interactuamos con el mundo material.
Esta observación nos ayuda a ver la adoración como un acto concreto, con actitudes concretas, con maneras de comportamiento que corresponden a una persona que sigue a Jesús. Porque en lo cotidiano, en el polvo de la rutina, nosotros también adoramos. (Moo contempla la posibilidad de que “vivos” tenga un significado teológico, es decir, nos ofrecemos a Dios como aquellos que han sido transferidos de una vida de muerte a una verdadera vida. Pero el contraste más seguro es de nosotros como personas que se entregan vivas, pensantes y agradecidos, y no como animales en el AT.) Este gesto de “entrega” es matizado por la obediencia total y exclusiva a Dios en las instrucciones que siguen. Esta presentación devocional ante Dios es una que se da tanto formalmente en la participación en comunidad de la iglesia e informalmente cuando nuestros gestos y actitudes diarias se ofrecen a Dios y agradan a Dios.
Pero estos gestos de sacrificio son descritos como “santos”, no son desenfrenados, ni con licencia para ser inmorales, sino “aceptables a Dios”. Esta enseñaza de agradar y darle gusto a Dios puede parecernos en contra las nociones que tenemos (heredadas por el énfasis exclusivo sobre la justificación por fe) de que no hay nada que podamos hacer para agradar a Dios. Sin embargo Pablo en diferentes pasajes insiste que la adoración cristiana y la obediencia, la santidad y unidad, en una manera real sí complacen a Dios (véase 14:18; 2 Cor. 5:9; Efe. 5:10; Fil. 4:18; Col. 3:20; y particularmente en Rom. 8:8 donde se hace el contraste entre aquellos que “están en la carne” que no pueden complacer a Dios, pero se implica entonces que los que “están en el Espíritu” pueden y lo hacen. Wright). De hecho la alternativa de no agradar a Dios no es simplemente asumir una postura neutral, sino que implica el agradar a algo más: agradarse a uno mismo (15:1), o de mala forma, agradar a la gente.
Esta actividad de adoración es debe ser completa, no selectiva, ni intermitente (o cuando me dan las ganas), y Pablo la describe como una “adoración racional (o pensante)”. Es un “verdadero culto”(RV95), “culto racional” (RV60/LBA), “adoración espiritual” (NVI). La palabra que se traduce como racional o espiritual es logikos sobre la cual hay considerable discusión en cuanto a su significado. En el AT los profetas confrontaron a la gente por causa de que sus sacrificios seguían los patrones culturales de los demás pueblos: se trataban de ofrecimientos que carecían de sinceridad y de pureza. Los sacrificios entonces del pueblo se convertían en maneras en que se pretendía manipular a Dios, sin devoción a Dios. Se quería recibir de Dios, sin dedicarse a Dios. Se querían de los tesoros divinos sin atesorar al dador de los tesoros. Esta advertencia parece estar bajo el uso de logikos. En el contexto griego los filósofos estoicos también usaban esta expresión para describir lo que ellos entendían era la adoración “razonable” versus la superstición espiritual. El apost
ol Pablo utiliza esta expresion para hacer un punto diferente: nos enseña que el ofrecimiento de TODO lo que somos, desde nuestro físico hasta nuestra personalidad, es precisamente lo que como seres humanos pensantes debemos de hacer. La referencia es que “nos entregamos a Dios como sacrificio cuando entendemos su gracia y su lugar en nuestras vidas. Nos ofrecemos, no como ignorantes…sino con inteligencia y voluntad. Este acto conciente de adoración es lo que agrada a Dios (vease a Moo).” La reacción apropiada ante el Dios que ha revelado su justicia para rehacer todas las cosas como nuevas y rehacer nuestra humanidad a la imagen y el carácter de su Hijo Jesús, es adorarle.
Verso 2
El segundo verso no es una expansión del primero sino que se presenta de forma paralela. En continuidad con lo planteado, el apóstol ve este nuevo siglo/era (tan esperado dentro del judaísmo apocalíptico) siendo inaugurado definitivamente en el Mesías y el entiende que los cristianos están viviendo en el punto critico donde necesitan rechazar las presiones y las influencias de la “era” presente y estar abiertos a la vida nueva que el Mesías nos ofrece. Tenemos que recordar que pertenecemos a esta etapa (“era”) comenzada por Cristo Jesús. Debemos buscar y vivir claramente los valores del evangelio, anhelando que el Espíritu transforme nuestros mas profundos pensamientos y actitudes. Es aquí donde nuestra esperanza de vivir transformados se une con nuestro caminar diario. La escatología y la ética van siempre unidas. Si eres en realidad miembro de esta comunidad nueva, cuya identidad esta en Cristo, entonces nuevos modos y maneras de pensar y actuar no solo son posibles, sino requeridos. Este nueva manera de ser, como “sacrificio vivo”, complace a Dios, y como cristianos debemos de ponderarlo y realizarlo. De modo que si el verso 1 se enfoca en el cuerpo, y por implicación la mente, el verso 2 se enfoca en la renovación de la mente, que nos lleva a ser cambiados de tal forma que nuestro diario es evidencia de nuestra adoración.
“No se amolden al mundo actual” (NVI). Una traducción equivalente podria ser “no dejen que el mundo los exprima dentro de su molde.” Ambas traducciones tienen la ventaja de resaltar el elemento de la presión y la tentación constante que ejerce la “presente era,” pero se deja afuera el elemento escatológico de las condiciones de la “era” antes de Cristo versus la inauguración del Reino de Dios en Cristo. Así que no se trata solamente de resistir la presión exterior y de optar por la inocencia interior. El apóstol Pablo insiste desde 1:18-32, que “la mente humana y el corazón son, en su estado natural, oscuros y rebeldes, llenos de maldad y malquerencia. Lo que se requiere no es simplemente que la gente aprenda a vivir auténticamente, sin presión externa, sino que sean renovados, para que lo que proceda de la mente transformada refleje realmente la imagen (eikon) de Dios” (Wright). La antigua manera de vivir ejerce influencia sobre nosotros seduciéndonos para que sigamos los esquemas de sensualidad, egoísmo, irreverencia y violencia. En vez de ajustarnos a la cosmovisión dominante del plano humano que se separa de Dios, debemos de ser innovados en nuestra manera de vivir, pensar, imaginar y actuar. No nos ajustamos a los esquemas que nos rodean, sino que vivimos en transformados.
¿Cómo alcanzamos esta manera de vivir? Por medio de la “renovación de nuestra mente” (véase Efesios 4:23; 2 Cor. 4:16; Col 3:10; Tito 3:5). Pablo nos muestra una visión de una mente renovada y capaz finalmente de agradar a Dios en vez de estar oscurecida por el pecado (nos recuerda a 1 Cor. 2:16: “porque tenemos la mente de Cristo”) La comunidad de la iglesia y el cristiano como individuo no solo conducen su vida con direcciones éticas, sino que tienen en si la capacidad de discernir, verificar (LBA), conocer (DHH), o comprobar (NVI/RV60), lo que es la voluntad de Dios. Vemos su voluntad no solo para una conducta ética en general, sino para tomar decisiones especificas. Wright observa correctamente que “la visión de Pablo de un sacrificio vivo y una mente renovada, genera un retrato de un comportamiento cristiano en donde las reglas importan, pero no son la fuerza directiva; en donde el pensamiento y la reflexión importa, pero sin reducir la ética a decisiones puramente situacionales.” El apóstol insiste que la voluntad de Dios es algo precioso y preciado. Cuando es seguida y encontrada es “buena, agradable y perfecta”. Una nueva orientación en nuestros pensamientos lleva a una reorientación del comportamiento.