Desarrollar el deseo y consistencia de orar es como alcanzar una optima condición física: necesitamos un esquema para evitar el desbalance y no rendirse. Algunos de nosotros recordamos oraciones que se enseñan en la niñez. Una de esas era “Ángel de la guardia dulce compañía…” Independientemente del valor de esa oración o su contenido bíblico, el genio de la misma es sencilla: memorízala, órala, y no tienes que inventarte una oración.
Esa intuición es realmente una verdad. En la Escritura se asume que naturalmente no sabemos orar. Sabemos decir pedir, admirar, quejarnos, etc. Pero no sabemos naturalmente o por instinto cómo dirigirnos en oración a Dios. Se ha dicho que orar es simplemente hablar con Dios. Pero encontramos que Jesucristo es más preciso que eso. Orar lo presenta como hablar y desear el reinado de Dios sobre nuestra vida. En esa experiencia se vive la paz y sostén que tanto deseamos.
CONSIDERE: La fe cristiana ha dicho que hay cuatro aspectos indispensables en la experiencia de orar y quizás nosotros los tocamos, uno más que otros:
- ¿Tus oraciones son más inclinadas hacia algunas de estas?
adoración, agradecimiento, confesión, suplica
- ¿Por qué piensas que muchas veces se favorece una sobre otras?
LEASE: LUCAS 11:1-10
1. ¿Por qué piensas que los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara cómo orar? ¿Acaso ellos no eran gente religiosa?
2. La oración del Señor es tan conocida que se puede pasar por alto su precisión. ¿Qué actitudes debemos tener para orarla?
3. ¿Qué partes de esta oración expresan o refieren a los cuatro elementos mencionados?
¿adoración?¿agradecimiento?¿confesión?¿suplica?
4. ¿Qué nos enseña la parábola en versos 5-8 acerca de la oración persistente?
5. ¿Qué nos impide a acercarnos a Dios como en los versos 9-10? ¿Cuándo se podría convertir en arrogancia en vez de fe?
6. Considerando la oración del Señor, la parábola y la invitación a orar: ¿Qué tipo de relación con Dios se nos esta presentando?
ANTE EL REINO: Jesucristo nos enseña cómo orar. Orar de forma espontánea es bueno. Pero a nuestro Señor le interesa no solo recomendarnos cómo orar, sino formar nuestra mente para que oremos de acuerdo a su voluntad. ¿Qué tal si nos unimos a orar con el modelo supremo de oración en mente? ¿Qué tal si nos confiamos a la gracia sostenedora de Dios y oramos motivados por cada una de las partes de la oración del Salvador?