(Caleb Miranda [M.Div] presenta una reflexión sobre el libro The Pastor as Public Theologian: Reclaiming a Lost Vision, por Kevin J. Vanhoozer y Owen Strachan.)
¿Cuál es el rol principal de la vocación pastoral?
La pregunta es más sencilla de plantear que contestarla. Ejercer el ministerio pastoral definitivamente presenta un gran reto. Y hoy día parece que iglesias se encuentran más confundidas sobre el rol primario de un pastor/a. Esta confusión se agudiza más cuando un sector significativo de iglesias cristianas han adoptado una lógica secular para darle forma a la vocación pastoral. Por “lógica secular” me refiero a la adopción de modelos empresariales para organizar la vida y praxis comunitaria de la iglesia. Bien menciona Eagleton en Culture and the Death of God: “Muchos pastores han intercambiado su vocación por un plato de lentejas: habilidades gerenciales, planes estratégicos, cursos de liderazgo, técnicas terapéuticas, etc.”[1] No pocas veces la feligresía espera que el pastor tenga todo este currículo para pastorear. En consecuencia, al otorgarle prioridad a las practicas del mundo empresarial, en cierto sentido se sustituye el legado que el Dios Trinidad le ha galardonado al ministerio pastoral. Kevin Vanhoozer plantea que la teología ha sido más o menos desterrada. “La teología se encuentra en exilio y como consecuencia, el conocimiento de Dios está en eclipse eclesial.”
¿Cuál es problema que Vanhoozer y Strachan identifican?
Pues el pastor/a sin una visión teológica languidece. Por tanto, hay que rescatar la vocación principal pastoral de equipar a los santos, y la teología debe ser la herramienta principal. La meta de teologizar (o pensar teológicamente) es conducir a la congregación a su debido proceso de madurez en Cristo (cf. Eph. 4:14). Si el pastor/a no piensa teologicamente el rebaño se descarría y será movido por cualquier viento de doctrinas. O más bien, siempre hacemos teología, pero la pregunta es qué tipo o calidad de teología se hace. Bien defienden los autores que el pastor “necesita reclamar el legado como una comunidad teológica creada por la Palabra de Dios, sustentada por el Espíritu y siempre recordar que la iglesia (nosotros) es parte de la grande historia de Dios.”[2] El pastor/a se sirve de la Sagrada Escritura principalmente para enseñar las verdades que se encuentran en ella.
La propuesta
Los autores plantean que los pastores deberían ser primeramente teólogos. Segundo, si son teólogos son una especie de teólogos públicos. En otras palabras, los pastores-teólogos son una peculiar figura pública. ¿Por qué? Porque en última instancia lo que en la pastoral se comparte es un anuncio público: la Buena Nueva de Jesucristo, Señor de este mundo e Hijo de Dios que ha reconciliado al pecador con Dios. “Ser un cristiano teólogo es buscar, hablar y demostrar el entendimiento de lo que Dios a hecho en Cristo por amor al mundo”[3] (cf. Jn 3:16).
En su esencia el evangelio es público, es comunidad, es personas, todos ellos ante la noticia de que Cristo redime a la humanidad del pecado. El deber público del pastor/a es promulgar lo que Dios ha hecho por la humanidad en la cruz. La teología pública es la visión perdida de muchas iglesias. Los pastores son teólogos públicos precisamente porque trabajan arduamente por amor al pueblo de Dios y también para aquellos que no han escuchado el anuncio de las Buenas Nuevas. La teología es pública porque principalmente es “la reacción hacia la tendencia de privatizar la fe solamente en mí salvación personal. La iglesia no es una colección de individuos salvos sino la culminación del plan de salvación de crear un solo pueblo de Dios.”[4]
En fin, en la vocación pastoral tenemos al pastor-teólogo como una peculiar figura pública, comunicando que el evangelio es para todos, anunciando en palabra y testimonio que Cristo vive y renueva a los pecadores.
¿Estas de acuerdo en que la labor principal del pastor es pensar y enseñar teológicamente? ¿Por qué también es inevitablemente que el pastor/a sea un figura pública?
[1] P. 1
[2] P. 2
[3] P. 16
[4] P. 17-18
One Comment
Carmelo
Excelente reseña!