El libro es The Crucified King: Atonement and Kingdom in Biblical and Systematic Theology por Jeremy Treat (PhD, Wheaton College) e investiga la relación bíblica y teológica entre el reino de Dios y expiación en el pensamiento cristiano. Esta tarea requiere de sensibilidad literaria, lingüística, canónica y teológica; particularmente con temas tan abarcadores como reinado de Dios.
Continuamos mirando cómo él va delineando su estudio. La próxima parada es un rastreo de la historia de interpretación en relación a concepto del reino de Dios (en adelante RD) y la cruz. Treat argumenta que desde iglesia temprana (periodo Patrístico) y hasta la Ilustración en la Reforma Protestante no encontramos objeciones sostenidas en ligar el tema del RD con la cruz. La división conceptual y temática surge en la Modernidad. Sin embargo, igual hay académicos que han propuesto mantener unidos el tema del reino con el evento de la cruz como mutuamente comprensibles. Citando a Scott McKnight, el reino “es la visión télica de lo que la expiación esta diseñada para alcanzar.”
La doctrina de expiación es el lugar más provocativo donde se desarrolla la discusión, es decir, el significado de la muerte de Cristo y cómo esta opera teológicamente. En principio la complejidad yace en que el mismo Nuevo Testamento (NT) presenta diversas maneras de acercarse al significado del evento. Treat se enfoca en dos formas principales:
- Sustitución penal: reconciliación, expiación del pueblo de Dios.
- Christus victor: victoria, restauración del reinado de Dios sobre el cosmos.
Ambos modelos han sido puestos a competencia o han sido puestos en dialogo. En las “búsquedas” del “Jesús histórico” la relación entre reino y cruz ha recibido más atención como asunto relacionado a la auto-percepción de Jesús como figura mesiánica o cuasi-mesiánica y su proclamación que provoca su muerte. Treat sigue a N.T. Wright. “Jesús creía que el reino sería traído a través de su propia muerte… este es el ‘mindset’ de Jesús.”
Para integrar constructivamente la relación entre reino y cruz se necesita una buena dosis de teología bíblica y sistemática. Treat las defina así:
- La teología bíblica (TB) es fe en busca de entendimiento de la unidad histórico-redentiva y literaria bajo sus propios términos, conceptos y contextos.
- La teología sistemática (TS) es fe en busca de entendimiento de la coherencia lógica de la Biblia en conversación con la historia de la transición intelectual de la iglesia y la teología contemporánea.
En ambos casos se trata de una relación no linear, sino de mutua influencia. Siguiendo a Vern Poythress, Treat propone cómo la TB informa la TS.
- TB presenta atención a la naturaleza histórico-redentiva de la revelación.
- Se fundamenta sobre exegesis de los textos usados.
- Observa el proceso de sistematización ya presente en la Escritura.
- Lo reverso es que la TB ya presupone las verdades centrales de la ortodoxia cristiana.
- El resultado, como plantea Allister MCGrath, es que “La doctrina es generada por y subsecuentemente interpreta la narrativa cristiana.”
En la próxima postal entraremos en materia de su uso de la Escritura.
¿Qué te parecen su presentación y metodo hasta ahora?
One Comment
Louis E. Colon
Gracias, Jules, por compartir tu resumen reflexivo de tan interesante libro.
Me llama la atención lo que dices:
“El resultado, como plantea Allister MCGrath, es que “La doctrina es generada por y subsecuentemente interpreta la narrativa cristiana.””
Supongo que el leer y aprender en que nos encaminan las Sagradas Escrituras es un proceso que dura toda la vida, alterando nuestra forma de pensar y de ver ya las Escrituras o nuestra doctrina. Es inevitable, me parece, el traer ciertas diseños mentales de lo que es la verdad al leer la Biblia. Y esa Biblia tiende a cambiar como vemos la realidad, alterando el diseño de nuestro pensamiento. El resultado es que resumimos nuestros hallazgos en otros diseños, (un update) quizás esta vez más cercanos a la verdad bíblica. Y ese nuevo diseño o doctrina ahora nos ayuda a mirar las Escritiras de otra manera, de modo que descubrimos en las Escrituras otros matices, inflexiones o asuntos de verdad y vida. Me parece que ese proceso ocurre mientras la vida dure: leemos, aprendemos, cambiamos, vivimos diferente, y ese ciclo impacta nuestro nuevo aprendizaje: un coloquio de por vida entre Las Escrituras y la doctrina, influenciándose mutuamente. Creo que ese proceso, aunque plantée ciertos problemas, es maravilloso. Es como estar casado/a: uno conoce mejor la persona con quien se casó, y a la vez descubre de vez en cuando que uno no conoce bien o entiende a ese ser al que uno ha dedicado su vida; de igual modo, a veces es uno el entendido/a o malentendido/a. Lo importante es continuar ese proceso de vida de aprender, modificar, desaprender, y aprender de nuevo… Una dialéctica algo compleja pero interesante.
Gracias, de nuevo, por tus reflexiones.