La pasión de una semana comienza con el presagio de una muerte segura. Así los eventos de la ultima semana de la vida de Jesús de Nazaret, el Cristo, ocupan la atención absoluta de los cuatro evangelios y la reflexión consecuente de lo que significa que Dios esta en Cristo reconciliando al mundo.
Lo sucedido entre la entrada de Jesús a Jerusalén y su resurrección son parte de los eventos más dramáticos y teológicamente densos en toda la escritura. En estos días se muestran no solo el drama de la entrada triunfal, el camino de sufrimiento, el juicio, traición, ultima cena y crucifixión, sino también incisivas y revolucionarias oraciones y enseñanzas proféticas de nuestro Señor. (Consideremos cómo el evangelio de Juan le dedica 8 de sus 21 capítulos a la ultima semana de la vida de Jesús.)
La semana comienza con el “Domingo de Ramos” conocido también en la liturgia cristiana como “Domingo de Pasión”. Termina con los “tres días” (conocido como el Triduum, desde el atardecer del jueves hasta el atardecer del día de pascua). Este periodo recorre el juicio, muerte y resurrección de Jesús. Aquellos que llaman el comienzo de la semana santa “Domingo de Ramos” usualmente concentran su atención en la entrada de Cristo a Jerusalén donde es recibido con cantos de “¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Marcos 11:9). Los que le llaman “domingo de pasión” se concentran en el comienzo de los sufrimientos de Jesús. Ambos énfasis necesitan prestar atención a la sombría ironía del día. Este es el día donde Jesús entro a la ciudad con reconocimiento de muchos, y a la vez es la semana donde esos muchos se tornarían a gritar “¡Crucifíquenle!”.
Desde el comienzo del binomio palmas/pasión somos llamados a entrar a un drama desconcertante y esperanzador. Somos llamados a admitirnos y reconocernos como parte de las multitudes observando, participando, cantando y acusando. La meta de participar juntos como iglesia en los relatos que recorren el sufrimiento del Mesías es que podamos adentrarnos en la vida que Dios esta afirmando en el mundo, abiertos al alcance de la redención en Cristo. Dios se humaniza en el entretejido de mujeres y hombres que se han deshumanizado. Aquí vemos al Dios que desde el grosor de nuestra historia de violencia y muerte, nos revela la anticipación de otro mundo y una nueva humanidad.
Oración:
Padre santo de amor y vida, a medida que seguimos la travesía de su Hijo durante esta semana, suplicamos que siembre en nosotros memoria y esperanza, ayúdenos a comprender su amor por el mundo. Por Cristo, quien vive y reina junto al Espíritu Santo, un Dios. Amen.
Comenzando con la procesión de Cristo a Jerusalén:
Salmos 118:19-29
Zacarías 9:9-12
Mateo 21:1-11
Marcos 11:1-11
Lucas 19:28-40
Juan 12:12-19