Hoy comienza el año litúrgico. Se avecinan las canciones, colores y las historias que nos llevan hacia la navidad. Para la fe cristiana esta temporada es un caminar esperanzado hacia el nacimiento (la encarnación) de Jesús el Cristo con el ritmo litúrgico llamado “adviento”.
Se trata de los cuatro domingos antes del 25 de diciembre donde la iglesia cristiana busca recorrer el anuncio profético de la llegada de Jesús, su nacimiento de la pobre virgen María en Belén, el llamado de esperanza a los marginados pastores y la dedicación de los magos de oriente.
La palabra “adviento” viene del latín “adventus” y significa “venida”. La proclamación del evangelio de Juan “la Palabra se convirtió en carne e hizo su vivienda entre nosotros” (Juan 1:14) hace un reclamo radical ante las contingencias históricas: Dios se hace parte de la historia humana en la encarnación de su Hijo Jesucristo. Por eso la iglesia cristiana exclama: ¡adventus Redemptoris!
En contraste con la agitación que nos quiere arropar en esta época y el empuje consumidor que la mueve, la estación de adviento es un periodo de espera donde optamos por seguir un ritmo que nos lleva a la historia de Belén para contemplar cómo Dios ha actuado, actúa y actuará para transformar la vida humana.
Por esta razón, en adviento, aquellos que enfrentan la pena de la perdida, el látigo de la enfermedad, el horror de la violencia, o el anhelo de estar con seres queridos, no son incitados a celebrar o a sonreír prematuramente. En adviento podemos callar lo necesario antes de cantar. Aquí hallamos la pausa para escuchar las profecías acerca del Mesías esperado de Israel como dirigidas hacia nosotros. Seguimos el camino en el desierto oscuro hasta encontrar la estrella que guía al nacimiento del galileo, el hijo del Altísimo.
Entonces sentados con los profetas de antaño, esperamos. Jesus de Nazaret es Emanuel, “Dios con nosotros”. Ante esa noche de huida y temor de María y José veo el motivo de su venida: la desesperanza, la violencia, los sueños de arena que permean nuestras vidas. Por eso el evangelista Juan anunció que en Jesús “estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.”
Te invito a que te unas en esta jornada con las reflexiones que estaremos compartiendo.
Lecturas para este domingo:
Isaias 2: 1-5
Salmos 122
Romanos 13: 11-14
Mateo 24: 36-44